jueves, 10 de agosto de 2017


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Se presentan varios silogismos incompletos, deben completarse:

1.  Todo mamífero es vertebrado,
      ningún gusano es vertebrado,
      luego...

2. Ningún borracho es decente,
    algunos borrachos son literatos,
    luego...

3. Solón y Sócrates eran virtuosos,
    Solón y Sócrates eran paganos,
    luego...

4.  Ningún borracho es decente,
     todos los borrachos son hombres,
    luego ...

5.  Lo finito tiene principio,
     Dios no es finito,
     luego...

6.  Algunas leyes son malas,
     las cosas malas deben suprimirse,
     luego...

7. Toda estrella tiene luz propia,
    algunos astros no tienen luz propia,
    luego...


Dada la siguiente premisa, construya silogismos completos:

1. Mayo es el mes de las flores
    .............................................
   .............................................

2. Los reptiles no son peces,
    ........................................
    .......................................

3.  La filosofía, porque enseña a pensar, es útil,
     ..........................................
     .........................................

4.  Todos los mamíferos son vertebrados
      ........................................
      .......................................

Escoger la opción que complete la analogía en cada caso


1. NOCIÓN: CONOCIMIENTO ::
A) gris: negro
B) definición: concepto
C) convicción: creencia
D) fe:  fanatismo
E) sugerencia: imposición

2. PESCADOR: MAR ::

A) cazador: bosque
B) detective: suburbio
C) vendedor: tienda
D) sembrador: campo
E) ganadero: hacienda

3. INTELIGIBLE: TEXTO ::

A) inefable  : palabra
B) inenarrable : suceso
C) asible  : objeto
D) descifrable :  crìptico
E) legible : escritura

4. CEREBRO:HOMBRE  ::
A) perilla: reloj
B) instinto: animal
C) raíz: planta
D) agalla: pez
E) motor: máquina

5. ORIÓN: CONSTELACIÓN ::
A) socio: asociación
B) isla: archipiélago
C) hueso: osamenta
D) piara: manada
E) pino: pinar

viernes, 4 de agosto de 2017


PREGUNTAS TIPO SOBRE EL CONTENIDO DEL SEGUNDO PERIODO  I



Parménides sostiene que todo lo que es es y no puede ser de otra manera, es decir, que no cambia, a lo que se le puede objetar que esto es imposible, pues nosotros mismos experimentamos el movimiento y, por lo tanto, el cambio; al punto que podríamos decir con Heráclito que nadie se baña dos veces en el mismo río. Sin embargo, Parménides defiende su posición al mostrar que

A. existen dos caminos, el de la apariencia y el de la verdad. Al primero corresponde el reposo y al segundo, el cambio.
B. la negación del cambio permite la afirmación del no-ser.
C. el ser es inmóvil porque si se moviera debería hacerlo sobre algo, lo que es imposible porque sólo hay un ser.
D. el cambio niega la multiplicidad y la temporalidad



De acuerdo con la argumentación de Wittgenstein en el Tractatus Lógico-Philosophicus, el lenguaje se conecta con el mundo porque su función esencial es representarlo, es decir, la estrecha relación entre el lenguaje y la realidad consiste en que los enunciados muestran, mediante modelos lingüísticos, la forma de la realidad. De esta forma, la proposición representa la realidad como una figura representa a un objeto, es decir, una proposición es verdadera cuando muestra efectivamente un estado de cosas en el mundo. A partir de lo anterior, Wittgenstein dice que los límites del lenguaje son los límites del mundo, porque 

A. el lenguaje guarda una relación estrecha con los modelos lingüísticos de la realidad.
B. el mundo posee la forma que el lenguaje le otorga en la relación figurativa.
C. la forma de la realidad es representada mediante un estado de cosas en el mundo.
D. los usos lingüísticos determinan la forma y función del lenguaje.


Observe los siguientes diagramas:





Los diagramas anteriores representan dos formas de entender la relación entre las proposiciones sobre el mundo y las proposiciones verdaderas. De acuerdo con estos se deduce que


A. en el diagrama 1 se dice que todas las proposiciones sobre el mundo son verdaderas y en el diagrama 2 se dice que algunas proposiciones verdaderas son sobre el mundo.
B. en el diagrama 1 se dice que todas las proposiciones verdaderas son proposiciones sobre el mundo y en el diagrama 2 se dice que algunas proposiciones verdaderas son sobre el mundo.
C. en el diagrama 1 se dice que algunas proposiciones sobre el mundo son verdaderas y en el diagrama 2 se dice que toda proposición sobre el mundo es verdadera.
D. en el diagrama 1 se dice que todas las proposiciones verdaderas son proposiciones sobre el mundo y en el diagrama 2 se dice que todas las proposiciones sobre el mundo son proposiciones verdaderas.

Kant afirma que el espacio no es un concepto empírico derivado de la experiencia externa. Pues para que las sensaciones puedan ser atribuidas a algo exterior a mí mismo, no sólo como diferentes sino también en lugares diferentes, la representación del espacio debe estar ahí desde antes. Por consiguiente, la representación del espacio no puede extraerse de la experiencia de las relaciones que guardan entre sí los fenómenos externos sino que, por el contrario,

A. es aquella representación lo que permite que ocurra la representación externa
B. esta expreriencia está constituida por los mismos fenómenos externos representados por él
C. es el producto del análisis de las representaciones de los objetos externos en el espacio
D. es el resultado de las relaciones entre las representaciones internas y externas


A la concepción ontológica de la realidad de los racionalistas, se opone la del empirismo, planteando
que el conocimiento de la realidad no se deriva de principios a priori, sino que se obtiene sólo a
partir de la experiencia. En este sentido Kant, por su parte niega la posibilidad de un conocimiento
estricto de la realidad como lo planteaban los racionalistas y empiristas en la medida que

1. la realidad en si misma no es accesible por medio de la razón
2. en su filosofía trascendental sintetiza la ontología racionalista y empirista
3. plantea un escepticismo frente al conocimiento de la realidad
4. privilegia los elementos adquiridos mediante la percepción sensible

Para Kant, al conocimiento a priori independiente de la experiencia se le opone el empírico o a posteriori, como un conocimiento menor en la medida en que no es universal ni necesario. Cuando pregunta sobre cuál es el alcance del conocimiento a priori, distingue los juicios sintéticos de los analíticos. Su genialidad se evidencia al postular los juicios sintéticos a priori mediante los cuales puede construirse una verdadera ciencia. De esta manera supera la tensión entre racionalismo y empirismo cuando afirma que

1. todo lo que sucede posee una causa
2. todas las proposiciones matemáticas son juicios sintéticos a priori
3. la verdad depende del principio de la existencia
4. el principio de contradicción es determinante a la hora de hacer ciencia


La época moderna se caracterizó por la seguridad absoluta en la razón, motivo por el cual se buscó distinguir la verdadera ciencia de la que no lo era. De esta forma, ciencia era aquélla que se guiaba por principios racionales y físicos. Por lo tanto, se puede pensar que eran considerados verdaderos filósofos aquellos que se preguntaron exclusivamente por la naturaleza. Pero el padre de la modernidad, Descartes, se preguntó por la existencia de Dios, de lo que podríamos deducir que cayó en contradicción con su propia filosofía. Sin embargo, esta aparente contradicción es superada si

A. recordamos que lo que hizo Descartes fue tratar la metafísica para demostrar su insostenibilidad racional
B. era necesario en el proceso científico cartesiano demostrar la verdad de Dios
C. planteamos que el tratamiento que Descartes le dio al problema de Dios tuvo como punto de partida la fe

D. observamos que la demostración de Dios que hace el padre de la modernidad está guiada por la razón



Según Descartes, no hay razón alguna para poner en duda la existencia del mundo corpóreo, puesto que

  1. el dato proveniente de los sentidos es indubitable
  2. la noción de Dios es innecesaria para el conocimiento
  3. la idea de extensión es una idea clara y distinta
  4. la fuente del conocimiento es la experiencia

Una de las principales diferencias entre el empirismo y el racionalismo radica en que el empirismo busca fundamentar el conocimiento en la experiencia sensible. Para esta concepción, lo determinante es la realidad externa al sujeto. En el planteamiento empirista el conocimiento adquirido debe ser fiel reflejo de la realidad, porque

A. el conocimiento verdadero solo es posible cuando el sujeto aprehende la realidad
B. un conocimiento instintivo o innato no puede ser el fundamento del conocimiento científico
C. la idea es aquello que va más allá de la sensación y sirve para hacer posible la ciencia
D. es importante indagar por la naturaleza, alcance y limites del entendimiento


Para llegar al plano de las verdades objetivas, Descartes afirma que es indispensable tomar una actitud radical frente a todo lo que se da por aceptado. La duda es el método por excelencia para llegar a un conocimiento verdadero y seguro. Una de las razones por las cuales Descartes piensa que la duda es un método seguro para alcanzar verdades claras y distintas es que

A. la duda brinda seguridad al conocimiento cuestionado por Descartes y representa certeza indubitable para el saber tradicional de la ciencia y la filosofía
B. dudando de todo se puede llegar a una verdad evidente, firme y definitiva que se resistiría a la duda
C. con la duda se puede criticar la filosofía anterior, explicar la ciencia y fundamentar vivencias de verdades indubitables anteriores a su método
D. con la duda solamente se pondría en tela de juicio todo conocimiento verdadero derivado de impresiones sensibles





martes, 25 de abril de 2017

¿POR QUÉ LA FILOSOFÍA? TEXTO 11


¿POR QUÉ LA FILOSOFÍA?

LAS PREGUNTAS DE LA VIDA


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En la época actual, la de los grandes descubrimientos técnicos, en el mundo del microchip y del acelerador de partículas, en el reino de Internet y la televisión digital... ¿qué información podemos recibir de la filosofía?  La única respuesta que nos resignaremos a dar es la que hubiera probablemente ofrecido el propio Sócrates: ninguna.  Nos informan las ciencias de la naturaleza, los técnicos, los periódicos, algunos programas de televisión... pero no hay información «filosófica».  Según señaló Ortega, antes citado, la filosofía es incompatible con las noticias y la información está hecha de noticias.  Muy bien, pero ¿es información lo único que buscamos para entendernos mejor a nosotros mismos y lo que nos rodea?  Supongamos que recibimos una noticia cualquiera, ésta por ejemplo: un número x de personas muere diariamente de hambre en todo el mundo.  Y nosotros, recibida la información, preguntamos (o nos preguntamos) qué debemos pensar de tal suceso.  Recabaremos opiniones, algunas de las cuales nos dirán que tales muertes se deben a desajustes en el ciclo macroeconómico global, otras hablarán de la superpoblación del planeta, algunos clamarán contra el injusto reparto de los bienes entre posesores y desposeídos, o invocarán la voluntad de Dios, o la fatalidad del destino... Y no faltará alguna persona sencilla y cándida, nuestro portero o el quiosquero que nos vende la prensa, para comentar: «¡En qué mundo vivimos!» Entonces nosotros, como un eco pero cambiando la exclamación por la interrogación, nos preguntaremos: «Eso: ¿en qué mundo vivimos?» No hay respuesta científica para esta última pregunta, porque evidentemente no nos conformaremos con respuestas como «Vivimos en el planeta Tierra», «vivimos precisamente en un mundo en el que x personas mueren diariamente de hambre», ni siquiera con que se nos diga que «vivimos en un mundo muy injusto» o «un mundo maldito por Dios a causa de los pecados de los humanos» (¿por qué es injusto lo que pasa?, ¿en qué consiste la maldición divina y quién la certifica?, etc.). En una palabra, no queremos más información sobre lo que pasa sino saber qué significa la información que tenemos, cómo debemos interpretarla y relacionarla con otras informaciones anteriores o simultáneas, qué supone todo ello en la consideración general de la realidad en que vivimos, cómo podemos o debemos comportarnos en la situación así establecida. Éstas son precisamente las preguntas a las que atiende lo que vamos a llamar filosofía.          Savater

LA ILUSTRACIÓN TEXTO 11




LA ILUSTRACIÓN

IMMANUEL KANT 1784 

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La ilustración es la liberación del hombre de su culpable incapacidad. La incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la falta de inteligencia sino de decisión y valor par a servirse por sí mismo de ella sin la tutela de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten el valor de servirte de tu propia razón! : he aquí el lema de la ilustración. La pereza y la cobardía son causa de que una tan gran parte de los hombres continúe a gusto en su estado de pupilo, a pesar de que hace tiempo la Naturaleza los liberó de ajena tutela (naturaliter majorennes); también lo son que se haga tan fácil para otros erigirse en tutores. ¡Es tan cómodo no estar emancipado! Tengo a mi disposición un libro que me presta su inteligencia, un cura de almas que me ofrece su conciencia, un médico que me prescribe las dietas, etc., etc., así que no necesito molestarme. Si puedo pagar no me hace falta pensar: ya habrá otros que tomen a su cargo, en mi nombre, tan fastidiosa tarea. Los tutores, que tan bondadosamente se han arrogado este oficio, cuidan muy bien que la gran mayoría de los hombres (y no digamos que todo el sexo bello) considere el paso de la emancipación, además de muy difícil, en extremo peligroso. Después de entontecer sus animales domésticos y procurar cuidadosamente que no se salgan del camino trillado donde los metieron, les muestran los peligros que les amenazarían caso de aventurarse a salir de él. Pero estos peligros no son tan graves pues, con unas cuantas caídas aprenderían a caminar solitos; ahora que, lecciones de esa naturaleza, espantan y le curan a cualquiera las ganas de nuevos ensayos





viernes, 14 de abril de 2017



El escepticismo





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El término «escéptico» se aplica comúnmente a las personas con tendencia a dudar de las creencias aceptadas, o habituadas a desconfiar de la gente o de las ideas en general. En este sentido, el escepticismo puede caracterizarse como una tendencia saludable o un ejercicio propio de mentes abiertas que consiste en someter a prueba y demostrar las creencias comúnmente aceptadas. Un estado mental semejante suele ser una salvaguarda útil contra la credulidad, pero a veces también puede desembocar en la tendencia a dudar de todo, con independencia de las razones para hacerlo. Pero sea bueno o malo, el escepticismo en este sentido común es bastante distinto al escepticismo en sentido filosófico.

El escéptico filosófico no pretende que no sepamos nada (en buena medida porque pretenderlo encuentra sentada resultaría obviamente contradictorio: no podemos saber que no sabemos nada). La posición escéptica consiste más bien en cuestionar nuestro derecho a pretender algún conocimiento. Creemos saber muchas cosas, pero ¿cómo podemos defender esa pretensión? ¿Qué solidez podemos ofrecer para justificar cualquier afirmación concreta relativa al conocimiento? Nuestro supuesto conocimiento del mundo se basa en percepciones que nos proporcionan nuestros sentidos, por lo general mediadas por nuestro uso de razón. Pero ¿acaso esas percepciones no se encuentran sometidas en ocasiones al error? ¿Podemos estar completamente seguros de que no estamos sumidos en una alucinación o en un sueño, o de que nuestra memoria no nos tiende trampas? Si la experiencia del sueño es in-discernible de la experiencia de la vigilia, nunca podremos tener la certeza de que algo que pensamos que es, sea de hecho (ni de que lo que consideramos cierto lo sea). Estas inquietudes, llevadas al extremo, desembocan en los genios malignos y en los cerebros en cubetas... La epistemología, el ámbito de la filosofía consagrado al conocimiento, determina qué sabemos y cómo lo sabemos, e identifica en qué condiciones algo debe ser conocido para ser considerado conocimiento. Así entendida, puede concebirse como una respuesta al desafío del escepticismo; y su historia como las distintas tentativas de derrotar al escepticismo. A muchos autores les parece que ha habido pocos filósofos que hayan conseguido vencer al escepticismo mejor que Descartes. La posibilidad de que en el fondo no exista una vía de salida segura de la cubeta sigue proyectando una larga sombra sobre la filosofía.

domingo, 2 de abril de 2017

El cerebro en una cubeta



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El cerebro en una cubeta


Imaginad que un científico diabólico hubiera sometido a un experimento a un ser humano. Se habría extraído del cuerpo el cerebro de la persona y colocado en un recipiente con nutrientes que mantendría con vida el cerebro. Las terminaciones nerviosas estarían conectadas a una computadora super científica capaz de provocar en la persona la ilusión de que todo es completamente normal. Parecería haber gente, objetos, el cielo, etc.; pero en realidad todo lo que la persona experimentaría sería el resultado de impulsos que van desde la computadora hasta las terminaciones nerviosas.

¿Se trata de una pesadilla de ciencia ficción? Tal vez, pero eso es exactamente lo que diríamos si fuéramos un cerebro metido en una cubeta. Si nuestro cerebro estuviera en un recipiente en vez de en el cráneo, cada una de nuestras experiencias sería exactamente igual que si hubiéramos vivido en un cuerpo real inmerso en el mundo real. El mundo circundante —esta silla, el libro que sostenéis con las manos, y las propias manos— forma parte de la ilusión, la poderosísima computadora del científico introduce en vuestros cerebros los pensamientos y las sensaciones. Probablemente no creáis ser un cerebro flotando en una cubeta. Es posible que la mayoría de los filósofos no crean ser cerebros en cube-tas. Pero no se trata de que lo creamos sino tan sólo de admitir que no es posible tener la certeza de que no lo somos. El problema es que, si realmente somos un cerebro en una cubeta (simplemente no podemos descartar la posibilidad), todas las cosas que creemos conocer del mundo serían falsas. La mera posibilidad parece minar nuestras pretensiones de conocimiento acerca del mundo exterior. ¿Existe alguna forma de escapar de la cubeta?



Los orígenes de la cubeta

El clásico y elocuente relato moderno del «cerebro en una cubeta» lo urdió el filósofo norteamericano Hilary Putnam en su libro
Razón, verdad e historia (1981), pero el germen de la idea se remonta mucho más atrás. El experimento mental de Putnam actualiza una historia de terror del siglo  (el genio ma-ligno —
malin génie —, convocado por el filósofo francés René Descar-tes en sus Meditaciones de 1641). El propósito de Descartes consistía en edificar el conocimiento humano sobre fundamentos inquebrantables, para lo cual adoptó la «duda metódica» (desechaba cualquier creencia susceptible del menor grado de incertidumbre). 

Tras señalar el carácter engañoso de nuestros sentidos y la confusión propia de los sueños, Descartes llevó su «duda» hasta el límite: «Debo suponer ... que algún genio maligno inmensamente poderoso y astuto ha dedicado todas sus energías a engañarme. Debo pensar que el cielo, el aire, la tierra, los colores, las formas, los sonidos y todas las cosas externas son meras ilusiones oníricas que este genio ha inventa-do para cautivar mi juicio». Entre los escombros de sus antiguas creencias y opiniones, Descartes vislumbra un solo punto de certeza —el cogito — en el que fundar de un modo (aparentemente) seguro la reconstrucción que se ha propuesto como tarea. Desgraciadamente para Putnam y Descartes, aunque ambos están haciendo de abogado del diablo —al adoptar posiciones escépticas para frustrar el escepticismo—, a algunos filósofos les ha impresionado más su habilidad para plantear el atolladero del escepticismo que sus pos-teriores tentativas para salir de él. Apelando a su propia teoría causal del significado, Putnam intenta mostrar que la escena del cerebro en una cubeta es incoherente, pero a lo sumo parece conseguir mostrar que de hecho un cerebro en una cubeta no podría expresar el pensamiento de ser un cerebro en una cubeta. Efectivamente, demuestra que el estado de ser un cerebro envasado es invisible e indescifrable para el espíritu, pero no está claro que esta victoria semántica (si lo es) consiga resolver el problema relativo al conocimiento.