OPINIÓN
| 2/7/2015
¿Por qué la obsesión de Santos con la Ocde?
Ahora
que recibimos ‘sugerencias’ de la Ocde sobre las medidas y las políticas que
debe seguir Colombia para ingresar a ese club, es bueno tener alguna visión o
información acerca de ella.
por: JUAN MANUEL LÓPEZ CABALLERO
Este artículo fue tomado de la página http://www.dinero.com/edicion-impresa/opinion/articulo/importancia-ocde-para-colombia/205420 con fines exclusivamente pedagógicos.
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imagen tomada de la página www.revistagalibo.es |
Comencemos
por aclarar que en nada nos perjudicaría pertenecer a esta o a cualquiera de
las organizaciones internacionales que se presentan como favorecedoras del
desarrollo económico y la cooperación, como el nombre de esta lo indica:
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Lo que sí conviene
es entender bien de qué se trata esta organización y el porqué de la cuasi
obsesión del presidente Santos, no solo porque entremos a ella sino por
vendérnosla como un gran logro.
Su antecedente u origen remoto fue en 1948 para la coordinación de las ayudas del Plan Marshall a la Europa destruida. Se llamó Organización para la Cooperación Económica Europea y fue promovida por Estados Unidos y Canadá.
En
1961 se transformó en la actual Ocde, conformada inicialmente por estos dos
países más los europeos, y completada desde 1989 básicamente con unos miembros
de la recién caída Cortina de Hierro. Aparte de estos, solo cuatro nuevos
miembros han ingresado desde entonces (México, Chile, Israel y Corea del Sur).
Se
puede ver como un club muy exclusivo o como uno que no llama tanto la atención.
¿Por qué el presidente Santos lo convirtió en una meta de su gobierno?
Pensaría
uno que un país que tiene el grado más alto de desinstitucionalidad; donde los
órganos del poder público son aquellos de los cuales más desconfía la
ciudadanía; donde es consenso que la Rama de la Administración de Justicia no
funciona, y que está en mora de las reformas sociales más fundamentales
–educación, salud, pensiones–; cuya productividad por trabajador no alcanza a
la mitad del promedio de esos países; que tiene los índices de desigualdad, de
desempleo, de informalidad más altos del continente; la infraestructura vial
más atrasada de Latinoamérica; el único país que aún no ha logrado homologar la
Normatividad Internacional de Información Financiera (NIIF); el único que aún
tiene un conflicto armado interno; la tasa de homicidios, de secuestros, y
hasta de robo de celulares que acosan a la ciudadanía; en fin, que está de toda
evidencia lejos de lograr el nivel de orden y armonía para siquiera hablar de
un país que funciona, pensaría uno, repito, que es absurdo que tenga como preocupación
el ser reconocido como el par de lo que caracteriza a los miembros de ese club.
Solo
en algunos objetivos del actual Gobierno coincide: según la presentación hecha
en 2008 en Portafolio “En materia económica, se requiere liberalizar los servicios
financieros, hacer más dinámico, simple y transparente el sistema tributario,
fortalecer los marcos de inversión extranjera, desarrollar políticas de buen
gobierno corporativo, fortalecer los mecanismos de supervisión y control,
implementar un buen marco legal de competencia, mejorar los sistemas de
contratación estatal y los estándares de transparencia en la gestión pública.”
El
Dr. Juan Manuel Santos la presenta como un reconocimiento al nivel de
desarrollo de un país, y en efecto solo países que consideran el desarrollo
económico como razón de ser del Estado son invitados a ser sus miembros. Vale
recordar que un país no aplica a esta membresía, solo puede ser invitado por su
Consejo Directivo.
Ningún
país que tenga el menor asomo de izquierdismo en el sentido de no aceptar las
prioridades económicas por encima de las sociales o de profesar poca reverencia
a las leyes del mercado es candidato siquiera potencial; aquellas naciones que
defiendan la función interventora y planificadora del Estado son descartadas
como calificadas para ingresar, al igual que aquellas en las cuales las
condiciones de los habitantes tienen más relevancia que las finanzas del
Estado. De modelos de desarrollo nada se contempla y es visto como un premio a
quienes abandonan las veleidades diferentes a los patrones políticos,
culturales y sociales del capitalismo.
Ante
estas consideraciones se comprende el interés de Santos: por un lado es un
logro alinear al país con su posición personal; por otro es casi un
reconocimiento o premio que le otorgan dentro de los valores que él a su turno
valora; y además conseguiría una nueva legitimidad para seguir adelantando y
defendiendo los modelos y principios económicos y políticos en los cuales cree.
Lo
que no es tan claro es en qué se beneficia Colombia con ello; ¿hasta dónde
tiene ese ingreso más importancia que la atención a los problemas a los cuales
esa organización da menos relevancia?; o, en una manera global, ¿hasta dónde la
identificación personal del presidente Santos y la valoración que de esa
entidad hace debe volverse una meta para que el país mismo la vea así?
En
otras palabras: ¿es suficiente la admiración que el Dr. Santos profesa por esa
organización para que busquemos a cualquier costo volvernos parte y en
consecuencia alinearnos con ella? ¿Sí debe ser visto como un propósito
prioritario entrar en un club que es indiferente al listado de deficiencias que
tenemos como país?
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