TEXTO 1. EL ESPINAZO DE LA NOCHE
Por: Carl Sagan
Reproducido con fines exclusivamente pedagógicos.
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Fotografía: Larry Ladolfy |
Casi todos nosotros
descendemos de pueblos que respondieron a los peligros de la existencia
inventando historias sobre deidades impredecibles o malhumoradas.
Durante mucho
tiempo el instinto humano de entender quedó frustrado por explicaciones
religiosas fáciles, como en la antigua Grecia, en la época de Homero, cuando,
había dioses del cielo y de la Tierra, la tormenta, los océanos y el mundo
subterráneo, el fuego y el tiempo y el amor y la guerra; cuando cada árbol y
cada prado tenía su dríada y su ménade.
Durante miles de
años los hombres estuvieron oprimidos como lo están todavía algunos de nosotros
por la idea de que el universo es una marioneta cuyos hilos manejan un dios o
dioses, no vistos e inescrutables. Luego, hace 2 500 años, hubo en Jonia un
glorioso despertar: se produjo en Samos y en las demás colonias griegas
cercanas que crecieron entre las islas y ensenadas del activo mar Egeo
oriental.
Aparecieron de
repente personas que creían que todo estaba hecho de átomos; que los seres
humanos y los demás animales procedían de formas más simples; que las
enfermedades no eran causadas por demonios o por dioses; que la Tierra no era
más que un planeta que giraba alrededor del Sol. Y que las estrellas estaban
muy lejos de nosotros. Esta revolución creó el Cosmos del Caos. Los primitivos
griegos habían creído que el primer ser fue el Caos, que corresponde a la
expresión del Génesis, dentro del mismo contexto: sin forma. Caos creó una
diosa llamada Noche y luego se unió con ella, y su descendencia produjo más
tarde todos los dioses y los hombres. Un universo creado a partir de Caos
concordaba perfectamente con la creencia griega en una naturaleza impredecible
manejada por dioses caprichosos.
Pero en el siglo
sexto antes de Cristo, en Jonia, se desarrolló un nuevo concepto, una de las
grandes ideas de la especie humana. El universo se puede conocer, afirmaban los
antiguos jonios, porque presenta un orden interno: hay regularidades en la
naturaleza que permiten revelar sus secretos. La naturaleza no es totalmente
impredecible; hay reglas a las cuales ha de obedecer necesariamente. Este
carácter ordenado y admirable del universo recibió el nombre de Cosmos.
Pero, ¿por qué todo
esto en Jonia, en estos paisajes sin pretensiones, pastorales, en estas islas y
ensenadas remotas del Mediterráneo oriental? ¿Por qué no en las grandes
ciudades de la India o de Egipto, de Babilonia, de China o de Centroamérica?
China tenía una tradición astronómico vieja de milenios; inventó el papel y la
imprenta, cohetes, relojes, seda, porcelana y flotas oceánicas. Sin embargo,
algunos historiadores atinan que era una sociedad demasiado tradicionalista,
poco dispuesta a adoptar innovaciones. ¿Por qué no la India, una cultura muy
rica y con dotes matemáticas? Debido según dicen algunos historiadores a una
fascinación rígida con la idea de un universo infinitamente viejo condenado a
un ciclo sin fin de muertes y nuevos nacimientos, de almas y de universos, en
el cual no podía suceder nunca nada fundamentalmente nuevo. ¿Por qué no las
sociedades mayas y aztecas, que eran expertas en astronomía y estaban
fascinadas, como los indios, por los números grandes? Porque, declaran algunos
historiadores, les faltaba la aptitud o el impulso para la invención mecánica.
Los mayas y los aztecas no llegaron ni a inventar la rueda, excepto en juguetes
infantiles.
Los jonios tenían
varias ventajas. Jonia es un reino de islas. El aislamiento, aunque sea
incompleto, genera la diversidad. En aquella multitud de islas diferentes había
toda una variedad de sistemas políticos. Faltaba una única concentración de
poder que pudiera imponer una conformidad social e intelectual en todas las
islas. Aquello hizo posible el libre examen. La promoción de la superstición no
se consideraba una necesidad política. Los jonios, al contrario que muchas
otras culturas, estaban en una encrucijada de civilizaciones, y no en uno de
los centros.
Fue en Jonia donde
se adaptó por primera vez el alfabeto fenicio al uso griego y donde fue posible
una amplia alfabetización. La escritura dejó de ser un monopolio de sacerdotes
y escribas. Los pensamientos de muchos quedaron a disposición de ser
considerados y debatidos. El poder político estaba en manos de mercaderes, que
promovían activamente la tecnología sobre la cual descansaba la prosperidad.
Fue en el Mediterráneo oriental donde las civilizaciones africana, asiática y
europea, incluyendo a las grandes culturas de Egipto y de Mesopotamia, se
encontraron y se fertilizaron mutuamente en una confrontación vigorosa y tenaz
de prejuicios, lenguajes, ideas y dioses.
¿Qué hace uno
cuando se ve enfrentado con varios dioses distintos, cada uno de los cuales
reclama el mismo territorio? El Marduk babilonio y el Zeus griego eran
considerados, cada uno por su parte, señores del cielo y reyes de los dioses.
Uno podía llegar a la conclusión de que Marduk y Zeus eran de hecho el mismo
dios. Uno podía llegar también a la conclusión, puesto que ambos tenían
atributos muy distintos, que uno de los dos había sido inventado por los
sacerdotes. Pero si inventaron uno, ¿por qué no los dos? Y así fue como nació
la gran idea, la comprensión de que podía haber una manera de conocer el mundo
sin la hipótesis de un dios; que podía haber principios, fuerzas, leyes de la
naturaleza, que permitieran comprender el mundo sin atribuir la caída de cada
gorrión a la intervención directa de Zeus.
Creo que China, la
India y Centroamérica, de haber dispuesto de algo más de tiempo, habrían
tropezado también con la ciencia. Las culturas no se desarrollan con ritmos idénticos
ni evolucionan marcando el paso. Nacen en tiempos diferentes y progresan a
ritmos distintos. La visión científica del mundo funciona tan bien, explica
tantas cosas y resuena tan armoniosamente con las partes más avanzadas de
nuestro cerebro que a su debido tiempo, según creo, casi todas las culturas de
la Tierra, dejadas con sus propios recursos, habrían descubierto la ciencia.
Alguna cultura tenía que llegar primero.
Resultó que fue
Jonia el lugar donde nació la ciencia. Esta gran revolución en el pensamiento
humano se inició entre los años 600 y 400 a. de C. La clave de esta revolución
fue la mano. Algunos de los brillantes pensadores jonios eran hijos de
marineros, de campesinos y de tejedores. Estaban acostumbrados a hurgar y a
reparar, al contrario de los sacerdotes y de los escribas de otras naciones
que, criados en el lujo, no estaban dispuestos a ensuciarse las manos.
Rechazaron la superstición y elaboraron maravillas. En muchos casos sólo
disponemos de relaciones secundarias o indirectas sobre lo sucedido. Las
metáforas que se utilizaban entonces pueden ser oscuras para nosotros. Es casi
seguro que hubo un esfuerzo consciente unos siglos después para eliminarlas
nuevas concepciones. Las figuras señeras de esta revolución eran hombres de nombre
griego, que en su mayor parte nos suenan extraños, pero que fueron los pioneros
auténticos del desarrollo de nuestra civilización y de nuestra humanidad.
Preguntas guías para
el estudio
En
qué consistió la gran revolución sucedida hacia el siglo VI antes de Cristo?
Por
qué en Jonia y no en otra civilización del mundo se dio dicha revolución?
Qué
relación tienen los aspectos políticos con el desarrollo del conocimiento?
Explique
qué razonamientos realiza el autor para dudar de la existencia de los dioses.
Con
qué teoría del texto Tres (3) (Paso del Mito al logos) concuerda el nacimiento de la Filosofía según
Sagan?
1 comentario:
Al leer este texto conocemos que al inicio antes de cristo hubo muchas creencias sobre varios Dioses, y el como los Jonios que eran una gran diversidad de sistemas politicos lo cual les dio una ventaja antes las otras culturas, tambien se vio la teoria de la creacion por medio de la naturaleza, hay infinidad de creencias, lo importante es tener la nuestra propia.
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