Por qué los niños japoneses deben lavar los baños de sus escuelas![]() |
Ayudar a la limpieza ayuda a crear conciencia cívica y desarrollar el sentido de lo público. Foto: Marcelo Hide. tomado de http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151119 Tomado de www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151119 |
sábado, 21 de noviembre de 2015
MODELO EXAMEN RECUPERACIÓN FILOSOFÍA 10° NSQ
Cada espacio debe ser llenado de manera coherente de acuerdo a las lecturas propuestas. Para ello debe escogerse la opción correcta en cada caso.
¿De dónde hemos venido? ¿Quién o qué rige el destino de los hombres y
los fenómenos de la naturaleza? Desde los albores de la humanidad, los hombres
se han sentido profundamente intrigados por preguntas como estas. Diferentes
formas de comprensión emergieron en los pliegues de la historia humana. Al
principio trataron de dar __________(1) a las fuerzas que controlan el mundo
aferrándose al tipo de conocimiento que les era accesible a partir de sus
propias vidas. Imaginaban que cualquier cosa o quienquiera que fuera lo que
controlaba su entorno lo haría de la misma forma en que ellos se esforzaban por
controlar las cosas: originalmente habían creído que su destino estaba bajo la
influencia de seres que actuaban de acuerdo a ___________(2). Tales fuerzas
impulsoras podían ser el orgullo, el amor, la ambición, la rabia, etc. El curso
de los fenómenos se entendía como el capricho de dioses o diosas motivados por
tales impulsos humanos, este curso tomaba forma en _________(3) llamadas mitos. El mito es la forma de
comprensión más fundamental y pretérita de todas, con la que los pueblos ______________________(
4) del mundo y de ellos mismos.
Pero, en el decurso de la historia, hace unos _______(5) se fue
consolidando un tipo de conocimiento distinto, basado en una premisa
fundamental: todos los fenómenos de la naturaleza tienden a ________( 6 ),
tienen un orden que no depende al parecer de nadie. Si se repiten puede
encontrarse una manera de describirlos, explicarlos y hacer ___________(7) .
Esta revolución creó el cosmos del _________(8), convirtiendo la
realidad en algo que podía conocerse. Algunos consideran que esta revolución es
el nacimiento de ___________( 9) o bien, el llamado paso del __________( 10). No hay una interpretación única de las causas
que produjeron tal paso. Algunos ingleses como Burnet han insistido en que la
Filosofía y la ciencia son productos de un tipo especial de pensamiento, un
sentido racional que es propio de los _________(11). Esta tesis del «milagro
griego» no explicaba realmente nada y, además, mostraba un cierto eurocentrismo
al no querer tampoco reconocer
__________(12) de los saberes babilonios y egipcios sobre los primeros
pensadores griegos. Para otros, como
Cornford la conjunción de los factores sociales como la __________( 13) es lo
que permite entender este nacimiento. ¿Por qué allí en ________ (14) y no en
otras culturas más antiguas como la Hindú o la china se produjo la aparición de
la Filosofía? Carl Sagan añade que, en aquella multitud de islas diferentes había
toda una variedad de sistemas políticos,
los jonios estaban en una encrucijada de civilizaciones donde no había
una concentración de poder que pudiera imponer ___________(15) Aquello hizo posible el desarrollo de una
actitud crítica.
Esta relación entre las condiciones sociales (históricas, culturales,
económicas) y el desarrollo de las diferentes formas de comprensión como la
religión y ________( 16),es la cuestión
fundamental que debe impulsarnos a revisar el pasado. ¿Qué formas de
comprensión fueron propias en la democracia griega, en la República romana o en
la formación del estado colombiano?
Sin embargo, estas preguntas sobre el pasado deben arrojarnos certezas
sobre el futuro. ¿Qué cosas nos esperan
en el futuro en una sociedad en la que prevalecen formas de comprensión
alejadas de la ciencia? Carl Sagan nos
ayuda a entender este panorama. El mundo globalizado será una economía de
_________( 17) e información; quienes puedan ofrecer esto mantendrán una
ventaja sobre los demás, casi todas las industrias que se dedican a “hacer” ya
han sido desplazadas a los países del tercer mundo; los temibles poderes
tecnológicos estarán en manos _________(18) y nadie que represente el interés
público se podrá acercar siquiera a los asuntos importantes; la gente habrá
perdido la capacidad de establecer sus prioridades o de cuestionar con
conocimiento a los que ejercen la autoridad; mientras tanto, las personas del común seguirán aferradas a
sus creencias, consultando su suerte en el horóscopo del periódico, o pagando a
las adivinadoras. La _____________(19) y la superstición le ayudan a la mayoría
de personas a aferrarse al mundo, sin prestar atención a la ciencia que parece
aburrida. La sociedad futura será una
especie de celebración de la ignorancia. Mientras más nos deslumbramos con los
productos tecnológicos como los celulares, menos sabemos de la ciencia detrás
de ellos. La moraleja más clara, es que
si hoy dependemos del conocimiento de otros países, mañana ______________(20).
sábado, 3 de octubre de 2015
TEXTO 1. EL ESPINAZO DE LA NOCHE
Por: Carl Sagan
Reproducido con fines exclusivamente pedagógicos.
![]() |
Fotografía: Larry Ladolfy |
Casi todos nosotros
descendemos de pueblos que respondieron a los peligros de la existencia
inventando historias sobre deidades impredecibles o malhumoradas.
Durante mucho
tiempo el instinto humano de entender quedó frustrado por explicaciones
religiosas fáciles, como en la antigua Grecia, en la época de Homero, cuando,
había dioses del cielo y de la Tierra, la tormenta, los océanos y el mundo
subterráneo, el fuego y el tiempo y el amor y la guerra; cuando cada árbol y
cada prado tenía su dríada y su ménade.
Durante miles de
años los hombres estuvieron oprimidos como lo están todavía algunos de nosotros
por la idea de que el universo es una marioneta cuyos hilos manejan un dios o
dioses, no vistos e inescrutables. Luego, hace 2 500 años, hubo en Jonia un
glorioso despertar: se produjo en Samos y en las demás colonias griegas
cercanas que crecieron entre las islas y ensenadas del activo mar Egeo
oriental.
Aparecieron de
repente personas que creían que todo estaba hecho de átomos; que los seres
humanos y los demás animales procedían de formas más simples; que las
enfermedades no eran causadas por demonios o por dioses; que la Tierra no era
más que un planeta que giraba alrededor del Sol. Y que las estrellas estaban
muy lejos de nosotros. Esta revolución creó el Cosmos del Caos. Los primitivos
griegos habían creído que el primer ser fue el Caos, que corresponde a la
expresión del Génesis, dentro del mismo contexto: sin forma. Caos creó una
diosa llamada Noche y luego se unió con ella, y su descendencia produjo más
tarde todos los dioses y los hombres. Un universo creado a partir de Caos
concordaba perfectamente con la creencia griega en una naturaleza impredecible
manejada por dioses caprichosos.
Pero en el siglo
sexto antes de Cristo, en Jonia, se desarrolló un nuevo concepto, una de las
grandes ideas de la especie humana. El universo se puede conocer, afirmaban los
antiguos jonios, porque presenta un orden interno: hay regularidades en la
naturaleza que permiten revelar sus secretos. La naturaleza no es totalmente
impredecible; hay reglas a las cuales ha de obedecer necesariamente. Este
carácter ordenado y admirable del universo recibió el nombre de Cosmos.
Pero, ¿por qué todo
esto en Jonia, en estos paisajes sin pretensiones, pastorales, en estas islas y
ensenadas remotas del Mediterráneo oriental? ¿Por qué no en las grandes
ciudades de la India o de Egipto, de Babilonia, de China o de Centroamérica?
China tenía una tradición astronómico vieja de milenios; inventó el papel y la
imprenta, cohetes, relojes, seda, porcelana y flotas oceánicas. Sin embargo,
algunos historiadores atinan que era una sociedad demasiado tradicionalista,
poco dispuesta a adoptar innovaciones. ¿Por qué no la India, una cultura muy
rica y con dotes matemáticas? Debido según dicen algunos historiadores a una
fascinación rígida con la idea de un universo infinitamente viejo condenado a
un ciclo sin fin de muertes y nuevos nacimientos, de almas y de universos, en
el cual no podía suceder nunca nada fundamentalmente nuevo. ¿Por qué no las
sociedades mayas y aztecas, que eran expertas en astronomía y estaban
fascinadas, como los indios, por los números grandes? Porque, declaran algunos
historiadores, les faltaba la aptitud o el impulso para la invención mecánica.
Los mayas y los aztecas no llegaron ni a inventar la rueda, excepto en juguetes
infantiles.
Los jonios tenían
varias ventajas. Jonia es un reino de islas. El aislamiento, aunque sea
incompleto, genera la diversidad. En aquella multitud de islas diferentes había
toda una variedad de sistemas políticos. Faltaba una única concentración de
poder que pudiera imponer una conformidad social e intelectual en todas las
islas. Aquello hizo posible el libre examen. La promoción de la superstición no
se consideraba una necesidad política. Los jonios, al contrario que muchas
otras culturas, estaban en una encrucijada de civilizaciones, y no en uno de
los centros.
Fue en Jonia donde
se adaptó por primera vez el alfabeto fenicio al uso griego y donde fue posible
una amplia alfabetización. La escritura dejó de ser un monopolio de sacerdotes
y escribas. Los pensamientos de muchos quedaron a disposición de ser
considerados y debatidos. El poder político estaba en manos de mercaderes, que
promovían activamente la tecnología sobre la cual descansaba la prosperidad.
Fue en el Mediterráneo oriental donde las civilizaciones africana, asiática y
europea, incluyendo a las grandes culturas de Egipto y de Mesopotamia, se
encontraron y se fertilizaron mutuamente en una confrontación vigorosa y tenaz
de prejuicios, lenguajes, ideas y dioses.
¿Qué hace uno
cuando se ve enfrentado con varios dioses distintos, cada uno de los cuales
reclama el mismo territorio? El Marduk babilonio y el Zeus griego eran
considerados, cada uno por su parte, señores del cielo y reyes de los dioses.
Uno podía llegar a la conclusión de que Marduk y Zeus eran de hecho el mismo
dios. Uno podía llegar también a la conclusión, puesto que ambos tenían
atributos muy distintos, que uno de los dos había sido inventado por los
sacerdotes. Pero si inventaron uno, ¿por qué no los dos? Y así fue como nació
la gran idea, la comprensión de que podía haber una manera de conocer el mundo
sin la hipótesis de un dios; que podía haber principios, fuerzas, leyes de la
naturaleza, que permitieran comprender el mundo sin atribuir la caída de cada
gorrión a la intervención directa de Zeus.
Creo que China, la
India y Centroamérica, de haber dispuesto de algo más de tiempo, habrían
tropezado también con la ciencia. Las culturas no se desarrollan con ritmos idénticos
ni evolucionan marcando el paso. Nacen en tiempos diferentes y progresan a
ritmos distintos. La visión científica del mundo funciona tan bien, explica
tantas cosas y resuena tan armoniosamente con las partes más avanzadas de
nuestro cerebro que a su debido tiempo, según creo, casi todas las culturas de
la Tierra, dejadas con sus propios recursos, habrían descubierto la ciencia.
Alguna cultura tenía que llegar primero.
Resultó que fue
Jonia el lugar donde nació la ciencia. Esta gran revolución en el pensamiento
humano se inició entre los años 600 y 400 a. de C. La clave de esta revolución
fue la mano. Algunos de los brillantes pensadores jonios eran hijos de
marineros, de campesinos y de tejedores. Estaban acostumbrados a hurgar y a
reparar, al contrario de los sacerdotes y de los escribas de otras naciones
que, criados en el lujo, no estaban dispuestos a ensuciarse las manos.
Rechazaron la superstición y elaboraron maravillas. En muchos casos sólo
disponemos de relaciones secundarias o indirectas sobre lo sucedido. Las
metáforas que se utilizaban entonces pueden ser oscuras para nosotros. Es casi
seguro que hubo un esfuerzo consciente unos siglos después para eliminarlas
nuevas concepciones. Las figuras señeras de esta revolución eran hombres de nombre
griego, que en su mayor parte nos suenan extraños, pero que fueron los pioneros
auténticos del desarrollo de nuestra civilización y de nuestra humanidad.
EDUCACIÓN
Y LUCHA DE CLASES
CAPITALISMO
Por: Aníbal Ponce.
Reproducido solamente con fines pedagógicos
Las masas explotadas por la antigüedad
y el feudalismo no habían hecho, en efecto, nada más que pasar a un nuevo amo.
Para que la burguesía realizara su desarrollo prodigioso no bastaba que el comercio
creciera y el mercado se ensanchara hasta abarcar el mundo entero. Era
necesario, además, que ejércitos compactos de obreros libres se presentaran a
ofrecer sus brazos al burgués. A fines del siglo XV y comienzos del XVI ese
“obrero libre” apareció en la historia. La ruina del mundo feudal liberaba sus
siervos, como la ruina del mundo antiguo liberó sus esclavos. De una parte, el
empobrecimiento de los señores feudales les obligó a disolver sus huestes, a
liquidar sus mesnadas; de otra, el enriquecimiento de la burguesía arrojó de
sus propiedades a los pequeños labradores para convertir sus tierras en
praderas de los ganados. En otro tiempo, cierto es, obreros libres habían
ofrecido en el mercado su trabajo; en Grecia, como en Roma, como en la Edad Media.
Pero el campesino libre anterior al siglo XVI que ofrecía su trabajo durante
cierto tiempo, tenía un rincón de tierra que era suyo y del cual podía vivir en
caso extremo. El trabajo asalariado era para él, una ayuda, una ocupación subsidiaria. Desde el siglo XVI, en
cambio el asalariado momentáneo se había convertido en asalariado hasta su
muerte. Nada tenía ya para vivir, fuera de su fuerza de trabajo
Otro fenómeno de una importancia
extrema comenzó a manifestarse al mismo tiempo. Cuando la producción de
mercancías –es decir, la elaboración de productos destinados no al consumo
propio sino al cambio- alcanzó determinado desarrollo, una nueva forma de
apropiación apareció en el mundo. En la forma de apropiación llamada por Marx,
“capitalista”, el obrero ya no se apropia el fruto de su trabajo. En un
principio el obrero cambiaba el objeto que él había producido por otro objeto
producido en igual forma y de valor equivalente. Con la creación del comercio
mundial y la aparición de masas enormes de “obreros libres” que ofrecían en
venta su fuerza de trabajo, los cimientos de un nuevo régimen
aparecieron: un régimen en el cual lo que el capitalista da al obrero en cambio
de lo producido por su fuerza de trabajo es extraordinariamente inferior a lo
que lo producido vale. Es decir, el capitalista se apodera, sin retribuirla, de
una parte considerable del trabajo ajeno, y el salario con el cual dice que
“paga” a sus obreros sólo sirve a éstos para mantener su propia vida, para
reponer su fuerza de trabajo y volvérsela a vender al capitalista en iguales
condiciones. Al pasar pues del feudalismo a la burguesía, las masas se
encontraban todavía peor que antes. Pero su situación no
le importaba a los nuevos amos ni un ardite. Formar individuos aptos para la
competencia del mercado, ése fue el ideal de la burguesía triunfadora. Lógico
ideal de una sociedad en que la sed de la ganancia lanzaba a los hombres unos
contra otros en un tropel de productores independientes. Producir, y producir
cada vez más para conquistar nuevos mercados y aplastar a algún rival, ésa fue
desde entonces la única preocupación de la burguesía triunfadora. Que ninguna traba obstaculice su comercio, que
ningún perjuicio paralice su industria. Si para asegurar un nuevo mercado hay
que arrasar con poblaciones enteras, que así sea; si para no interrumpir el
trabajo de las máquinas es menester que se incorporen como obreros las mujeres y los niños, que
así sea también. (…) Las máquinas complicadas que la industria creaba sin cesar
no podían ser eficazmente dirigidas con el saber miserable de un siervo o de un
esclavo (…) ¡Para manejar el arado se necesita saber leer! Sólo en los Estados Unidos
se han generalizado los arados perfeccionados porque sólo allí el peón que ha
de gobernarlos sabe leer. En Chile es imposible por ahora popularizar las
máquinas de arar, de trillar, de desgranar maíz, porque no hay quien las
maneje, y yo he visto en una hacienda romper la máquina de desgranar en el acto
de ponerla en ejercicio. El
asalariado no hubiera podido satisfacer a su patrón si se hubiera quedado al
margen de una instrucción elemental. Había pues que procurársela como una
condición necesaria de su propia explotación.
En otras épocas en que el trabajo se
confiaba al esclavo o al siervo y en que por lo tanto los aparatos eran
primitivos y las técnicas rudimentarias, el aprendizaje del obrero exigía una atención mínima. Sin embargo, en los
últimos tiempos del imperio romano, cuando el esclavo empezó a escasear, se trató
de suplir esta deficiencia mediante la educación de trabajadores escogidos.En condiciones desiguales, volvía a aparecer ahora esa misma diferencia entre
trabajadores del montón, en decir, no adiestrados, capaces de las tareas más
groseras, y trabajadores adiestrados, capaces de las faenas que requieren un
nivel mediano de cultura. Pero al lado de los obreros con un mínimum de
educación –obreros no adiestrados- y de obreros con una cultura mediana
–calificados-, el capitalismo requería además la presencia de verdaderos
especialistas, de una cultura excepcional. Cada progreso de la química, por
ejemplo, no solamente multiplicaba el número de las materias útiles y las
aplicaciones de las ya conocidas, sino que extendía las esferas de aplicación
del capital. La libre competencia exigía una modificación perpetua de las técnicas,
una necesidad permanente de invenciones. El capitalismo incorporaba a sus planes
el trabajo científico y la libre investigación, como el feudalismo llevaba
adjuntos la religión y el dogmatismo. Favorecer el trabajo científico, mediante
escuelas técnicas y laboratorios de
altos estudios, fue desde entonces, una condición vital para el capitalismo.
Las escuelas tradicionales, ni siquiera las que habían nacido bajo la influencia
directa de la Revolución Francesa, eran capaces de satisfacer esa exigencia. Lejos
de las influencias oficiales, a la sombra misma de las fábricas, como frutos directos
de la iniciativa privada, empezaron a aparecer las escuelas politécnicas. En ellas,
la burguesía del siglo XIX preparaba los cuadros de sus peritos industriales
como en las escuelas de comercio del siglo XVI había preparado los cuadros de
sus peritos mercantiles. Una educación primaria para las masas, una educación
superior para los técnicos: eso era, en lo fundamental,
lo que la burguesía exigía en el terreno de la educación.
Reservaba, en cambio, para sus propios
hijos, otra forma de enseñanza, la enseñanza media, en que las ciencias
ocupaban un lugar discreto, en que el saber seguía siendo libresco, y grande la
distancia que lo separaba de la vida. Mientras en las otras escuelas la
orientación era francamente práctica, e impregnada de una intención utilitaria,
¿por qué en estas escuelas de la enseñanza media se seguía cultivando el “ocio digno”,
es decir, esos estudios de puro adorno que los jesuitas inculcaron en otros tiempos
a los nobles? ¿Cómo se explica que en nuestro propio siglo un hombre como Durkheim
haya podido pronunciar estas palabras: “Con excepción de algunas adiciones que
no modificaban lo esencial, los hombres de mi generación hemos sido educados en los liceos de acuerdo a un ideal que
no difería sensiblemente de aquel que inspiraba a los colegios de jesuitas en
los tiempos del Rey Sol.” El ideal pedagógico que inspiraba a los jesuitas ya
nos es conocido: procurar una cultura de aparato y de brillo, como propia de
hombres que deben dirigir desde muy arriba los negocios de esta tierra, y a los
cuales no corresponden por lo tanto, las minucias y las mezquindades del
trabajo.
viernes, 2 de octubre de 2015
Texto tres: El paso del mito al logos.
FILOSOFÍA 10° (I II)
Lea y analice el siguiente texto y
responda las preguntas que están al final (Más información)
El paso del Mito al Logos es una expresión
con la que se hace referencia al origen de la filosofía como superación de las
formas míticas y religiosas de pensamiento y al advenimiento de un pensamiento
racional que incluye tanto la filosofía como la ciencia. El origen de esta
forma superadora del pensamiento mítico se sitúa en la Grecia del siglo VI antes
de nuestra era, más concretamente en Jonia, y es obra fundamentalmente de los
filósofos de la escuela de Mileto: Tales, Anaximandro y Anaxímenes. Según Guthrie, se podría decir que tal paso «se
produjo cuando empezó a cobrar forma en las mentes de los hombres la convicción
de que el caos aparente de los acontecimientos tiene que ocultar un orden
subyacente, y que este orden es el producto de fuerzas impersonales».
Esta mutación sería
fruto de la admiración. Esto supone un logro extraordinario ya que, en el
contexto de la época en que se produjo, lo normal y más probable eran las
explicaciones de orden sagrado, religioso y mítico que apelaban a seres personales
y sobrenaturales con poderes extraordinarios. Pero si bien la mayoría de los
autores están de acuerdo en señalar en los JONIOS el origen del pensamiento
filosófico y científico-racional, no hay una interpretación única de las causas
que produjeron tal paso del mito al logos. En este sentido fue famosa la
polémica que enfrentó a Burnet con Cornford. Según Burnet los filósofos jonios
habían franqueado «la vía que la ciencia, a partir de este momento, no ha
tenido más que seguir». Esta idea implicaba la suposición de que el pensamiento
racional - la filosofía en su forma originaria - había hecho aparición de un
modo repentino, sin historia previa que investigar, como una «milagro» griego
debido a las supuestas peculiaridades del espíritu griego. Esta tesis del
«milagro griego» no explicaba realmente nada y, además, mostraba un cierto
eurocentrismo al no querer tampoco reconocer las influencias de los saberes
babilonios y egipcios sobre los primeros pensadores griegos. Ante dicha
concepción, Cornford sostuvo la tesis, según la cual la cosmología de los
primeros jonios procedía de una reinterpretación y prolongación de los mitos
cosmogónicos y teogónicos griegos (narrados por Homero y Hesíodo, Hesíodo: cosmogonía)
En la Teogonía de Hesíodo se
pueden distinguir dos narraciones distintas del mito primordial. En una, el
relato habla de dioses; Zeus lucha contra Tifón, el poder de la confusión y el
desorden, para lograr la soberanía del universo. Este tipo de narración, del
tipo de los mitos de renovación y de los llamados mitos de la realeza
(parecidos a los dramas ritualizados que se representaban en Babilonia, con el
principal protagonismo del rey que confirmaba, así, su dominio sobre la
naturaleza y la sociedad), tuvo sentido en el ámbito de la antigua monarquía
micénica. Pero la caída del imperio micénico y la expansión de los dorios por
el Peloponeso, Creta y Rodas, inicia una nueva fase de la civilización griega
(el denominado mundo homérico). Los ritos perdieron su función y su antiguo
sentido. A esta fase corresponde la segunda versión en la Teogonía de los mitos de
los orígenes: la lucha por el orden no es ahora obra de dioses, sino de
principios naturales, aunque todavía con resonancias míticas: Caos, Luz, Día,
Noche, Cielo, Tierra, Eros. Esta segunda versión de los mitos cosmogónicos
actuó como modelo a las primitivas abstracciones de los físicos jonios: aquello
que en el mito son poderes naturales personificados, en los milesios son
cualidades abstractas naturales: lo que son se explica por las cualidades
empíricamente conocidas, aunque pensadas abstractamente y generalizadas. De
esta manera dice Cornford que «en la filosofía, el mito está racionalizado».
Para Cornford la conjunción de los
factores sociales (el fin de la monarquía micénica y los cambios sociales
correspondientes; la ausencia de castas sacerdotales entre los griegos del S.
VI a.C.; el afán sistematizador de Hesíodo y la influencia de los saberes de
otros pueblos, juntamente con la misma situación geográfica de Jonia en un
cruce de civilizaciones) es la que permite entender este «paso del mito al
logos», en el que jugó también un papel importante el desarrollo de una
escritura alfabética.
Como fruto de estos procesos surgió,
según J.P. Vernant, un pensamiento que excluye la presencia de dioses como
explicación de la naturaleza, y la presencia de un pensamiento abstracto que se
constituirá en el fundamento de la inteligibilidad de los procesos naturales
sometidos al cambio: el logos, o razón, o idea, o ley universal. El primer
elemento dependió de su relación con el mito cosmogónico griego racionalizado;
para entender y explicar el segundo, hay que recurrir, según Vernant, al
proceso histórico de la constitución de la polis griega como elemento
determinante de la aparición de la racionalidad: «la razón griega -dice-
aparece como hija de la ciudad». A su vez, en ambos procesos jugaron un papel
destacado la transmisión del saber mediante la palabra escrita y no ya
meramente por tradición oral, y -como lo destaca Popper- la actitud crítica.
jueves, 1 de octubre de 2015
El mundo y sus demonios.
Filosofía 10° (III)
Por: Carl Sagan
Reproducido con fines exclusivamente pedagógicos.
Lea y analice el siguiente texto. Responda las preguntas que están al final en "más información"
Yo fui niño en una época de esperanza. Quise ser científico desde mis primeros días de escuela. No estoy seguro de que entonces supiera siquiera el significado de la palabra «ciencia», pero de alguna manera quería sumergirme en toda su grandeza. Me llamaba la atención el esplendor del universo, me fascinaba la perspectiva de comprender cómo funcionan realmente las cosas, de ayudar a descubrir misterios profundos, de explorar nuevos mundos... quizá incluso literalmente. La ciencia es más que un cuerpo de conocimiento, es una manera de pensar. Preveo cómo será mi país en la época de mis hijos o nietos: el mundo globalizado será una economía de servicio e información; quienes puedan ofrecer esto mantendrán una ventaja sobre los demás, casi todas las industrias que se dedican a “hacer” ya han sido desplazadas a los países en desarrollo; los temibles poderes tecnológicos estarán en manos de unos pocos y nadie que represente el interés público se podrá acercar siquiera a los asuntos importantes; la gente habrá perdido la capacidad de establecer sus prioridades o de cuestionar con conocimiento a los que ejercen la autoridad; mientras tanto, las personas del común seguirán aferradas a sus creencias, consultando su suerte en el horóscopo del periódico, pagando a personas que les liberan de supuestos hechizos, amarrando en las manos de sus hijos talismanes para liberarlos de males extraños que se transmiten con la mirada. Nos iremos deslizando, casi sin darnos cuenta, en la superstición y la oscuridad. La caída en la estupidez de la sociedad se hace evidente, principalmente en la lenta decadencia del contenido de los medios de comunicación, de enorme influencia. Los programas con imágenes espectaculares que no se detienen en dudar de su veracidad son la regla en la mayoría de países, la programación de poquísima inteligencia no sólo capta la atención de las masas, sino los restos de la imaginación de las personas. La pseudo-ciencia y la superstición le ayudan a la mayoría de personas a aferrarse al mundo, sin prestar atención a la ciencia que parece aburrida. La sociedad futura será una especie de celebración de la ignorancia. Mientras más nos deslumbramos con los productos tecnológicos como los celulares, los automóviles o los ordenadores, menos sabemos de la ciencia detrás de ellos. La moraleja más clara, es que si hoy dependemos del conocimiento de otros países, mañana esta dependencia será mucho más fuerte y más compleja: se ha preparado una civilización global en la que los elementos más cruciales —el transporte, las comunicaciones y todas las demás industrias; la medicina, la educación, el ocio, la protección del medio ambiente, e incluso la institución democrática clave de las elecciones— dependen profundamente de la ciencia y la tecnología, pero también hemos dispuesto las cosas de modo que nadie entienda la ciencia y la tecnología. Eso es una garantía de desastre. Una vela en la oscuridad es el título de un libro valiente, con importante base bíblica, de Thomas Ady, publicado en Londres en 1656, que ataca la caza de brujas que se realizaba entonces como una patraña «para engañar a la gente». Cualquier enfermedad o tormenta, cualquier cosa fuera de lo ordinario, se atribuía popularmente a la brujería. Las brujas deben existir: si no existiera cómo se explican tantos fenómenos extraños? Durante gran parte de nuestra historia teníamos tanto miedo del mundo exterior, con sus peligros impredecibles, que nos abrazábamos con alegría a cualquier cosa que prometiera mitigar o explicar el terror. La ciencia es un intento, en gran medida logrado, de entender el mundo, de conseguir un control de las cosas, de alcanzar el dominio de nosotros mismos, de dirigirnos hacia un camino seguro. La microbiología y la meteorología explican ahora lo que hace sólo unos siglos se consideraba causa suficiente para quemar a una mujer en la hoguera. Ady también advertía del peligro de que «las naciones perezcan por falta de conocimiento». La causa de la miseria humana evitable no suele ser tanto la estupidez como la ignorancia, particularmente la ignorancia de nosotros mismos.
Yo fui niño en una época de esperanza. Quise ser científico desde mis primeros días de escuela. No estoy seguro de que entonces supiera siquiera el significado de la palabra «ciencia», pero de alguna manera quería sumergirme en toda su grandeza. Me llamaba la atención el esplendor del universo, me fascinaba la perspectiva de comprender cómo funcionan realmente las cosas, de ayudar a descubrir misterios profundos, de explorar nuevos mundos... quizá incluso literalmente. La ciencia es más que un cuerpo de conocimiento, es una manera de pensar. Preveo cómo será mi país en la época de mis hijos o nietos: el mundo globalizado será una economía de servicio e información; quienes puedan ofrecer esto mantendrán una ventaja sobre los demás, casi todas las industrias que se dedican a “hacer” ya han sido desplazadas a los países en desarrollo; los temibles poderes tecnológicos estarán en manos de unos pocos y nadie que represente el interés público se podrá acercar siquiera a los asuntos importantes; la gente habrá perdido la capacidad de establecer sus prioridades o de cuestionar con conocimiento a los que ejercen la autoridad; mientras tanto, las personas del común seguirán aferradas a sus creencias, consultando su suerte en el horóscopo del periódico, pagando a personas que les liberan de supuestos hechizos, amarrando en las manos de sus hijos talismanes para liberarlos de males extraños que se transmiten con la mirada. Nos iremos deslizando, casi sin darnos cuenta, en la superstición y la oscuridad. La caída en la estupidez de la sociedad se hace evidente, principalmente en la lenta decadencia del contenido de los medios de comunicación, de enorme influencia. Los programas con imágenes espectaculares que no se detienen en dudar de su veracidad son la regla en la mayoría de países, la programación de poquísima inteligencia no sólo capta la atención de las masas, sino los restos de la imaginación de las personas. La pseudo-ciencia y la superstición le ayudan a la mayoría de personas a aferrarse al mundo, sin prestar atención a la ciencia que parece aburrida. La sociedad futura será una especie de celebración de la ignorancia. Mientras más nos deslumbramos con los productos tecnológicos como los celulares, los automóviles o los ordenadores, menos sabemos de la ciencia detrás de ellos. La moraleja más clara, es que si hoy dependemos del conocimiento de otros países, mañana esta dependencia será mucho más fuerte y más compleja: se ha preparado una civilización global en la que los elementos más cruciales —el transporte, las comunicaciones y todas las demás industrias; la medicina, la educación, el ocio, la protección del medio ambiente, e incluso la institución democrática clave de las elecciones— dependen profundamente de la ciencia y la tecnología, pero también hemos dispuesto las cosas de modo que nadie entienda la ciencia y la tecnología. Eso es una garantía de desastre. Una vela en la oscuridad es el título de un libro valiente, con importante base bíblica, de Thomas Ady, publicado en Londres en 1656, que ataca la caza de brujas que se realizaba entonces como una patraña «para engañar a la gente». Cualquier enfermedad o tormenta, cualquier cosa fuera de lo ordinario, se atribuía popularmente a la brujería. Las brujas deben existir: si no existiera cómo se explican tantos fenómenos extraños? Durante gran parte de nuestra historia teníamos tanto miedo del mundo exterior, con sus peligros impredecibles, que nos abrazábamos con alegría a cualquier cosa que prometiera mitigar o explicar el terror. La ciencia es un intento, en gran medida logrado, de entender el mundo, de conseguir un control de las cosas, de alcanzar el dominio de nosotros mismos, de dirigirnos hacia un camino seguro. La microbiología y la meteorología explican ahora lo que hace sólo unos siglos se consideraba causa suficiente para quemar a una mujer en la hoguera. Ady también advertía del peligro de que «las naciones perezcan por falta de conocimiento». La causa de la miseria humana evitable no suele ser tanto la estupidez como la ignorancia, particularmente la ignorancia de nosotros mismos.
Es mucho lo que la ciencia no
entiende, quedan muchos misterios todavía por resolver. La ciencia está lejos
de ser un instrumento de conocimiento perfecto, pero simplemente, es el mejor
que tenemos. En este sentido, como en muchos otros, es como la democracia. La
ciencia por sí misma no puede apoyar determinadas acciones humanas, pero sin
duda puede iluminar las posibles consecuencias de acciones alternativas. La
manera de pensar científica es imaginativa y disciplinada al mismo tiempo. Ésta
es la base de su éxito. La ciencia nos invita a aceptar los hechos, aunque no
se adapten a nuestras ideas preconcebidas. Nos aconseja tener hipótesis
alternativas en la cabeza y ver cuál se adapta mejor a los hechos. Nos insta a
un delicado equilibrio entre una apertura sin barreras a las nuevas ideas, por
muy heréticas que sean, y el escrutinio escéptico más riguroso: nuevas ideas y
sabiduría tradicional. Esta manera de pensar también es una herramienta
esencial para una democracia en una era de cambio. Una de las razones del éxito
de la ciencia es que tiene un mecanismo incorporado que corrige los errores en
su propio seno. Quizá algunos consideren esta caracterización demasiado amplia
pero, para mí, cada vez que ejercemos la autocrítica, cada vez que comprobamos
nuestras ideas a la luz del mundo exterior, estamos haciendo ciencia. Cuando
somos autoindulgentes y acríticos, cuando confundimos las esperanzas con los
hechos, caemos en la pseudociencia y la superstición
martes, 29 de septiembre de 2015
Foto: Ricardo Pardo |
EL papel social de la Educación.
Por: Mauricio García VillegasJosé Rafael Espinosa
Felipe Jiménez Ángel
Juan David Parra Heredia.
Este material es reproducido con fines exclusivamente pedagógicos.
Sobre el papel social de la educación hay dos visiones. La primera, de corte liberal, sostiene que la escuela favorece la igualdad de oportunidades y con ella la movilidad
social. Todos tenemos en mente algún caso que encaja bien
en esta teoría: el hijo de una persona que trabaja en el servicio doméstico que entra a la universidad y monta un negocio
próspero o el hijo del campesino que cursa bachillerato en un
buen colegio, sigue una carrera técnica y luego abre un taller
de mecánica exitoso. Según esta visión, que los economistas
llaman “enfoque del capital humano”, la educación forma
parte de un conjunto de factores sociales que permiten a las
personas ser autónomas y productivas en la sociedad (Becker,
1993; Mincer, 1974). La segunda visión del sistema educativo
estima, sin embargo, que estos casos son excepcionales y que
la escuela favorece sobre todo el desempeño de los hijos de los
ricos y castiga el trabajo de los hijos de las clases menos favorecidas, lo cual sirve para reforzar y reproducir, con la fuerza
simbólica de los diplomas, las jerarquías sociales.
Vistas en términos abstractos, cada una de estas teorías
tiene su parte de verdad y de mentira. Por eso es necesario
hacer análisis específicos, empíricos. El contexto y el momento histórico son determinantes a la hora de saber si el sistema
educativo contribuye más a lo uno que a lo otro, es decir más
a la movilidad que a la reproducción social o viceversa. La
situación varía no solo de país a país, sino que en un mismo
país esta puede cambiar de una época a otra. No es lo mismo
en los Estados Unidos durante los años sesenta, cuando había un enorme progreso económico, que en los Estados Unidos
hoy en día. Tampoco es lo mismo en el norte de Italia, en donde existe un capital social importante, que en el sur de Italia,
en donde la desigualdad y la falta de desarrollo son fuertes
(Putnam, 1993).
Dicho esto, hay que reconocer que hoy en día casi todos
los estudios de sociología de la educación muestran una cierta
correlación entre el desempeño de los estudiantes en el sistema educativo y el origen social de los alumnos. A los hijos
de familias ricas les va sistemáticamente mejor en los colegios
que a los niños de familias pobres. Como dicen Bourdieu y
Passeron en La reproducción (2001), una característica funcional
del sistema educativo consiste en la eliminación diferenciada
de los alumnos según su origen social. Por lo menos dos razones explican esto.
En primer lugar, hay una correlación muy fuerte entre aspiraciones subjetivas y oportunidades objetivas. La ambición
de los estudiantes en relación con la educación está en buena
parte determinada por los padres y por el ambiente familiar.
En segundo lugar, el sistema educativo evalúa el desempeño
escolar con base en parámetros para los cuales los hijos de la
clase burguesa o alta están mejor preparados. El sistema mismo está diseñado de tal manera que los estudiantes con mayor
capital social (posición social, conexiones sociales, presencia
personal, habilidades de lenguaje, etc.) tienen éxito más fácilmente que los de las clases menos favorecidas. La herencia
familiar predispone el éxito educativo. Los hijos de los profesionales reciben de sus padres un capital cultural (lenguaje,
actitud, capital cultural, visión del mundo) que los predispone
para tener éxito en la escuela.
El sistema universitario francés, explica Bourdieu, privilegia
la abstracción, el formalismo, el intelectualismo y la moderación eufemística, que son todas ellas cualidades propias del capital social
burgués y frente a las cuales las clases menos favorecidas tienen dificultades para desempeñarse con éxito.
Los valores que la escuela vehicula, que exige de sus profesores y de
sus alumnos, los métodos pedagógicos que la caracterizan, los criterios de selección y de evaluación que emplea […], favorecen a los
más favorecidos y desfavorecen a los más desfavorecidos. (Bourdieu,
2002, p. 57)
El sistema escolar legitima los privilegios culturales de las
clases altas. El privilegio de los estudiantes de élite consiste
en que su cultura está muy próxima a la cultura que el sistema educativo enseña, evalúa y premia; allí, en ese sistema, se
confunden “los valores de éxito social con los de prestigio cultural” (Bourdieu y Passeron, 2003, p. 39). En materia de éxito
educativo, el privilegio se transforma en mérito. Al desconocer
las desigualdades sociales, estas se identifican como naturales
(o de origen) y el privilegio cultural como talento individual.
Además, el peso de la herencia cultural y social se refuerza
cuando los menos favorecidos asumen su desventaja como su
propio destino. Así pues, “No basta con constatar que la cultura educacional es una cultura de clase, pero actuar como si
no lo fuera es hacer todo para que se quede así” (Bourdieu y
Passeron, 2003, p. 110). Así las cosas, el aprendizaje es para
unos una conquista, mientras que para otros es una herencia.
Todo esto significa que la democracia escolar supone la
democracia social. Por eso sociedades relativamente igualitarias disponen, por lo general, de sistemas educativos capaces
de impulsar la movilidad social mientras que sociedades muy desiguales tienen sistemas educativos que promueven la reproducción de las clases sociales.
Si comparamos los porcentajes de participación del sector privado en el total de la matrícula educativa para básica primaria, entre diferentes países del mundo, encontramos que en 2004, según la
Unesco (2006), en Colombia la proporción de matrícula privada era
de 17%, mientras que en países como Finlandia, Irlanda e Islandia
era tan solo del 1%. También están países como Noruega y Suecia,
con una matrícula privada en primaria que solo llega al 2% y 4%,
respectivamente. Incluso Estados Unidos presenta una proporción
de 11%, menor que la de Colombia en 6 puntos. Además de esto, es
conocido que Japón (que para la Unesco tiene 1% de matrícula privada), durante muchos años, ha tenido niveles muy altos de escolaridad
y calidad académica, con una educación provista casi en su totalidad
por el Estado. Algo similar sucede en Francia. En la educación básica
del Japón, la gran mayoría de los estudiantes asiste de forma gratuita
a las escuelas públicas, reuniendo tanto a las clases bajas como a las medias y bajas. En la misma línea, Giddens (1997) sostiene que
la educación tiende a expresar y reafirmar desigualdades ya existentes
en mucha mayor medida de lo que contribuye a cambiarlas” (p.
465). En sintonía con esto, Emilio Tenti ha dicho que “la escuela de las
sociedades capitalistas enfrenta grandes dificultades para romper los
determinismos sociales en materia de distribución del conocimiento
y el saber. (Tenti, 2005, p. 43)
Así pues, incluso en los países que tienen sociedades relativamente
igualitarias (comparadas con las nuestras), los hijos
de familias de padres de clase alta están mejor preparados
para salir adelante y ello debido a que tienen una herencia
cultural que los favorece para obtener los mejores resultados
y éxitos académicos.
Si esto sucede en países desarrollados, que tienen una educación
pública masiva, pluri-clasista y de buena calidad, ¿qué
podremos esperar de la función social que cumple el sistema
educativo en un país como Colombia, en donde no solo existe
una separación radical de clases sociales sino que, como lo
mostramos más adelante, los pobres reciben una educación de
menor calidad?
ACTIVIDAD FILOSOFÍA 11. ENSQ
Complete el texto con una palabra o con varias de ellas de manera coherente y según las ideas que se desarrollan en los textos propuestos.
Paralelo a la historia de la
humanidad se ha escrito la historia de las ______________(1), entendiendo que
se tratan de grandes grupos de personas que se
diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción
social, históricamente determinado, por las relaciones en que se encuentran
respecto a los medios de producción. En el esclavismo los amos tenían bajo su
poder una masa enorme de esclavos, en el feudalismo el señor feudal disponía de poblaciones
enteras de siervos para trabajar la tierra, y en el capitalismo el dueño del capital
se apropia de __________(2). El paso del feudalismo al capitalismo no
representó en forma general un ascenso en las condiciones de vida de los
trabajadores, las masas explotadas por el feudalismo sólo lograrían
______________(3) Si antes debían pasar su vida amarrados al trabajo de la
tierra, en la propiedad del noble, lo hacían con la seguridad de que allí
tendrían un lugar para vivir y para cultivar, ahora en el capitalismo tendrían
que ______________(4). El feudalismo dio paso al capitalismo no como la
superación de formas desiguales de organización económica sino como el resultado
___________________(5). Con la aparición
de la burguesía, dedicada desde el principio ______________(6), se
transformaron no sólo las relaciones económicas sino los ______________(7).
Para que la burguesía realizara su desarrollo no bastaba con que el comercio
creciera, era necesario, además, que ______________(8) estuvieran dispuestos a vender
su fuerza de trabajo.
En esta nueva etapa la prosperidad económica y la riqueza
no dependían de la posesión de __________(9) sino de la acumulación de capital.
Este sería el comienzo de un nuevo modo de producción, dominado por una serie
de transformaciones que configuraron la historia del mundo en diferentes
etapas. El propósito es aumentar la eficiencia, de ese modo el capitalista se
apodera de una parte mayor del ___________(10), a esto se le denomina
plusvalía. En este sentido se debe entender el interés del capitalismo por
ofrecer educación a las masas: formar individuos aptos para la eficiencia, a tal punto que la eficiencia
se convierte en un valor deseable para la sociedad. La educación pública surgió como respuesta a
las necesidades de esa sociedad. Los hijos de las clases trabajadoras, según
Basedow deben ir a las grandes escuelas para ______________(11). En ellas se
debe dedicar gran parte del tiempo a
realizar__________(12) propios de
las clases populares. Filangieri propone por su parte, una educación universal,
que sea para todos, y según las necesidades de las personas, lo cual significa
______________( 13 ). Muy rápidamente se
fue formando, una perspectiva liberal sobre la educación y sobre otros ámbitos
de la sociedad, que domina hoy con igual fuerza la interpretación de la
realidad. Consiste fundamentalmente en
_____________( 14) la desigualdad económica, de acuerdo al principio
establecido por la misma Revolución francesa según el cual __________________(15),
de hecho al lado de los derechos Fundamentales para todo ser humano, se
encargaron de subrayar el Derecho a _______________(16). Opuesta a la visión liberal se presenta el
enfoque ____________(17) que considera que las desigualdades tienen un origen
estructural y _____________________(18).
Según el marxismo de Freire los
educandos permanecen en una condición de
oprimidos que empieza cuando ______________________(19) y de la cual sólo se liberarán cuando
___________________(20). También en el
plano epistemológico se presenta esta distinción, por un lado está la visión
liberal que defiende un optimismo epistemológico, es decir, _____________(21) y
por el otro lado, según Popper existe __________(22) hacia el poder de la razón
humana, con lo cual se disponen en una visión Krítica hacia ______________(23)
LA CONTRADICCIÓN OPRESORES - OPRIMIDOS, SU SUPERACIÓN.
Por: Paulo Freire.
Texto extraído del libro "Pedagogía del oprimido" (http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/varios/freire.pdf) y editado con fines pedagógicos.
Es también y quizá básicamente, que a partir de esta comprobación dolorosa, los hombre se preguntan por la otra viabilidad, la de un proyecto de humanización. Ambas, se inscriben en un permanente movimiento de búsqueda. Humanización y deshumanización, dentro de la historia, en un contexto real, concreto, objetivo, son posibilidades de los hombres como seres inconclusos y conscientes de su inconclusión.
Sin embargo, si ambas son posibilidades, nos parece que sólo la primera responde a lo que denominamos "vocación de los hombres". Vocación negada, mas afirmada también en la propia negación. Vocación negada en la injusticia, en la explotación, en la opresión, en la violencia de los opresores. Afirmada en el ansia de libertad, de justicia, de lucha de los oprimidos por la recuperación de su humanidad despojada.
La des-humanización, que no se verifica sólo en aquellos que fueron despojados de su humanidad sino también, aunque de manera diferente, en los que a ellos despojan, es distorsión de la vocación de SER MÁS. Es distorsión posible en la historia pero no es vocación histórica.
La violencia de los opresores, des-humanizándolos también, nos instaura otra vocación, aquella de ser menos. Como distorsión del ser más, el ser menos conduce a los oprimidos, tarde o temprano, a luchar contra quien los minimizó. Lucha que sólo tiene sentido cuando los oprimidos, en la búsqueda por la recuperación de la humanidad, renuncian a la idea de oprimir a los opresores, y en cambio procuran restaurar la humanidad de ambos. Ahí radica la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse a si mismos y liberar a los opresores. Los que oprimen, explotan y violentan en razón de su poder, no pueden tener en dicho poder la fuerza de su liberación. Sólo el poder de los oprimidos puede forjar el proceso de liberación, tanto de los opresores como de los mismos oprimidos. Es por esto por lo que el poder de los opresores, cuando pretende suavizarse ante la debilidad de los oprimidos, no sólo se expresa, casi siempre, en una falsa generosidad, sino que jamás la sobrepasa. Los opresores, falsamente generosos, tienen la necesidad de que la situación de injusticia permanezca a fin de que su "generosidad" continúe teniendo la posibilidad de realizarse. El "orden" social injusto es la fuente generadora, permanente, de esta "generosidad" que se nutre de la muerte, del desaliento y de la miseria.
El poder no se siente cómodo ante las amenazas contra la fuente de esta "generosidad". El poder no entiende que la verdadera generosidad radica en la lucha por la desaparición de las razones que alimentan al falso amor. La verdadera generosidad sólo se entiende en la lucha para que esas manos, que se extienden suplicantes, llenas de miedo, sean cada vez menos.
¿Quién mejor que los oprimidos se encontrará preparado para entender el significado terrible de la sociedad opresora? ¿Quién mejor que ellos para ir comprendiendo la necesidad de la liberación? Liberación a la que no llegarán por casualidad, sino por la praxis de su búsqueda; por el conocimiento y reconocimiento de la necesidad de luchar por ella. Ese es el papel de la pedagogía. Pedagogía que haga de la opresión y sus causas el objeto de reflexión de los oprimidos, de lo que resultará el compromiso necesario para su lucha por la liberación.
El gran problema radica en cómo podrán los oprimidos, como seres duales, in-auténticos, que "alojan" al opresor en sí, participar de la elaboración de la pedagogía para su liberación. Sólo en la medida en que descubran que "alojan" al opresor podrán contribuir a su liberación. Mientras vivan en la dualidad en la cual ser es parecer, y parecer es parecerse con el opresor, es imposible hacerlo. La pedagogía del oprimido es un instrumento para este descubrimiento crítico.
Sin embargo hay otro problema. Es que casi siempre, en un primer momento de este descubrimiento, los oprimidos, en vez de buscar la liberación en la lucha y a través de ella, tienden a ser opresores también. La estructura de su pensamiento se encuentra condicionada por la contradicción vivida en la situación concreta, existencial en que se forman. Su ideal es realmente, ser hombres, pero para ellos ser hombres (en la contradicción en que siempre estuvieron y cuya superación no tienen clara) equivale a ser opresores.
Esto deriva, en el hecho que, en cierto momento de su experiencia existencial, los oprimidos asumen una postura que llamaremos "adherencia al opresor". El reconocimiento de la situación de oprimidos no basta, pues este conocimiento se encuentra perjudicado por su inmersión en la realidad opresora. Se reconocen en antagonismo al opresor, así que su lucha no es por su humanización sino por tomar el lugar del otro; en vez de la liberación, buscan la identificación con su contrario. Para ellos, el hombre nuevo son ellos mismos, transformándose en opresores de otros. Su visión del hombre nuevo es una visión individualista, su adherencia al opresor no les posibilita la conciencia de si como personas, ni su conciencia como clase oprimida.
En un caso específico, quieren la reforma agraria, no para liberarse, sino para poseer tierras y, con éstas, transformándose en patronos de nuevos empleados.
Uno de los elementos básicos en la mediación opresores - oprimidos es la prescripción. Toda prescripción es la imposición de la opción de una conciencia a otra. De ahí el sentido alienante de las prescripciones que transforman a la conciencia receptora en una conciencia que aloja la conciencia opresora. Los oprimidos, que interiorizan la "sombra" de los opresores siguen sus pautas, temen a la libertad, en la medida en que ésta implica la expulsión de esa "sombra", y esto exigiría que llenaran el vacío dejado por la expulsión con un contenido diferente: el de su autonomía. Los oprimidos, acomodados y adaptados, inmersos en el propio engranaje de la estructura de dominación, temen a la libertad, en cuanto no se sienten capaces de asumirla.
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